La OMS recomienda limitar el consumo diario de azúcar

Es bien cierto que nuestro organismo necesita un azúcar (la glucosa en particular) como nutriente imprescindible; cuando ingerimos glucosa, pasa al torrente sanguíneo y de ahí a las células para aportarles energía. Ahora bien, como todo en esta vida, si ingerimos en exceso las consecuencias pueden ser negativas.
La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) apunta evidencias y una relación clara entre un alto consumo de azúcares y obesidad, caries y diabetes. Según la OMS, hay en el mundo 1.500 millones de personas con sobrepeso, 500 millones con obesidad. En el caso particular de España (según datos de la Sociedad Española de Cardiología), el 39,3% de la población tiene sobrepeso y el 21,6% son obesos; a la cabeza por comunidades autónomas, en cuanto a sobrepeso, está Galicia con un 43,5% (un 24,9% de obesos) y Asturias en cuanto a obesidad con un 25,7%. Estas cifras, que en sí ya son preocupantes, lo son si cabe más dado que mientras que en países del norte de Europa el problema se está conteniendo, en España está en tendencia creciente.
En cuanto a la diabetes, según cifras también de la OMS, de los 350 millones actuales se pasaría a 700 millones en 20 años, a nivel mundial. En España, el 13% de la población tiene diabetes. En muchos de los casos, esta diabetes está asociada a obesidad o sobrepeso.
Según la OMS, el consumo diario de azúcar no debería superar el 10% del total de calorías diarias. Es decir, para una dieta de 2.000 calorías, son unos 50 gramos de azúcar (equivalente a 12 cucharillas de café). Hay que decir que el consumo medio en Europa Occidental es de 100 gramos.
Para situarnos, deberíamos hacer un repaso rápido de los principales tipos de azúcares, presentes en los alimentos (de forma natural o añadidos) y que podemos ver en muchas etiquetas de productos. Glucosa, sacarosa, fructosa (presente en la fruta), dextrosa, maltosa, galactosa, lactosa (presente en la leche) son algunos de ellos. Como ejemplo, digamos que el azúcar común o sacarosa, que usamos para endulzar, está formado por glucosa y fructosa.
Tenemos que diferenciar entre los azúcares intrínsecos, presentes de forma natural en los alimentos (en las frutas por ejemplo) y los añadidos a esos alimentos, bien sea en el proceso de elaboración o en nuestra casa. Los primeros se pueden considerar parte de una dieta saludable, en parte porque esos alimentos incluirán también otros nutrientes que facilitarán o compensarán a esos azúcares (como alguien dijo: "la naturaleza es sabia”). Lo preocupante son los del segundo caso, el exceso de azúcar de los diferentes tipos que se añade a los alimentos, sobre todo por la industria. Por ejemplo, una cuchara sopera de ketchup contiene 4 gramos de azúcares; una lata de un refresco azucarado puede contener hasta 40 gramos.
Además de las calorías, hay otros aspectos a considerar. Sabemos que quien regula el nivel de glucosa en la sangre es una hormona llamada insulina, que es segregada por el páncreas. Pues bien, si se hacen aportes puntuales altos de glucosa a la sangre, el páncreas debe producir más insulina y de forma más rápida; si esta situación se mantiene en el tiempo, estaremos obligándolo a trabajar de forma no adecuada, lo cual puede acabar con patologías en este órgano, una de las cuales es la diabetes.
Por otro lado, hay una corriente de opinión entre profesionales, que sostiene que las calorías no es lo peor del azúcar, sino que es tóxico en sí por la manera como se metaboliza en el organismo, ya que podría dañar el hígado y causar obesidad y diabetes.
Resumiendo, el azúcar pasa a ser considerado uno de esos alimentos, junto con la sal y las grasas, cuyo exceso nos lleva a un tipo de alimentación no saludable y que conviene, por tanto, controlar su ingesta.
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